0-1: Nueve de nueve
El Espanyol firma un partido práctico para sumar una sufrida victoria en La Rosaleda
Tocaba sufrir. Todo el mundo estaba avisado. El Málaga, como se intuía, estaba decidido a sumar tres puntos después de encadenar una mala racha de resultados que, pese a no ponerle en ningún peligro, sí que avisa de lo competitivo que será el campeonato hasta el último segundo.
Y eso mismo es lo que le tocó al Espanyol: pelear hasta el último aliento para sumar tres puntos que valen oro y que certifican el tres de tres, o el nueve de nueve. Tres victorias en los tres últimos partidos.
Quería el Espanyol seguir su idilio con las victorias y sumar su tercer triunfo consecutivo, después de haber superado el doble escollo como local ante Granada y Sevilla. Los blanquiazules llegaban a La Rosaleda con una buena dosis de autoestima y con la sensación de que deberían repetir su capacidad competitiva como hicieron durante la primera vuelta. De hecho, los de Quique comenzaron perdiendo fuera ante Sevilla y no volvieron a hacerlo hasta el Camp Nou, cuatro meses después. El buen todo del equipo se adivina desde hace semanas y poco a poco empieza a ser reconocible como reitera el técnico.
En el bando local, tras la dimisión de Juande Ramos, la llegada de Marcelo Romero sólo había aportado un punto a los malagueños y cuatro derrotas consecutivas. Siete jornadas sumaban sin ganar.
En cualquier caso, el partido arrancó con los patrones que se espera de un enfrentamiento entre dos equipos con rachas antagónicas. Los locales aceleraron de salida, mientras el Espanyol trataba de colocarse en el campo. Santos tuvo tres oportunidades en los primeros 15 minutos pero una vez no acertó a rematar, otra falló él y en la tercera, Diego Reyes la sacó sobre la línea.
Fue la antesala del primer zarpazo blanquiazul. En un ataque bien conducido, la pelota acabó a pies de Piatti que ni se lo pensó desde fuera del área. Su chut se coló junto al poste izquierdo de Kameni y puso en ventaja a los catalanes. Lo que vino luego casi fue un monólogo. Los locales estrellaban una y otra vez sus ataques contra la bien pertrechada defensa blanquiazul, mientras que los de Quique no perdían la oportunidad de intentar contragolpes que ponían en apuros la meta local. Sin grandes estridencias, el partido estaba suficientemente controlado y más parecía inclinado del lado catalán.
La segunda mitad, sin embargo, comenzó con un Málaga mucho más intenso, buscando continuamente la meta de Diego López y el Espanyol defendiendo la renta con cierto orden pero sin conseguir alejar a los locales hacia su propia portería. En cuanto lo hizo, el Málaga se parapetó y cerró huecos, desconfiando del potencial visitante.
El cerco local a la portería de Diego López fue insistente hasta el pitido final. Más de una docena de córners en contra atestiguan el impulso local y el meritorio trabajo de los blanquiazules para defender con uñas y dientes tres puntos que no querían que se escapara. En el RCDE Stadium, en la primera vuelta, ante el Málaga, la victoria voló en el descuento. Hoy no. Hoy el Espanyol volvió a sumar tres puntos en un campo que empieza a dársele extraordinariamente bien en resultados, pero agónico en cuanto al esfuerzo para conseguirlos.