5-0: Sin reacción
El acierto de los azulgranas en el segundo tiempo decidió el cuarto derbi de la temporada
El Barcelona llegó a la penúltima jornada con un mosaico gigante de ánimo en el Camp Nou, con el silencio por bandera durante toda la semana y con la concentración más absoluta para darle hoy un zarpazo a una Liga que venía saboreando desde octubre y cuya digestión era sólo cuestión de tiempo. Una serie de tropiezos casi consecutivos dilapidaron la enorme ventaja que tenían los azulgrana y se han tenido que aferrar a la épica de las últimas semanas para sumar oficio a su enorme talento y seguir en la ‘pole’ de la carrera hacia el título. El Espanyol, por su parte, dio un paso de gigante la pasada semana en el camino hacia la salvación matemática y ha apostado por un discurso de prudencia y de coherencia: lo virtual, lo implícito ha de acabar convirtiéndose en real. El resto de resultados de la jornada acompañaron y el Espanyol consumó la salvación matemática; un consuelo en una tarde complicada para los espanyolistas.
El partido estuvo aderezado, durante toda la semana, por el recuerdo del ‘Tamudazo’ del 2007. Puede que incluso estuviera ya en la mente de los seguidores de los dos equipos desde que se conoció el calendario el pasado mes de julio. Es lo que tiene. Aquel gol de Tamudo, que supuso el empate final a dos, tuvo dos claras consecuencias. La primera, el de Santa Coloma se convirtió en ese momento en el máximo goleador de la historia del Espanyol. La segunda, ese tanto llegó justo al final del partido y cambió, a falta de una jornada, el destinatario del título de Liga. Héroe y demonio. Todo en uno. Han pasado nueve años y el recuerdo ha cobrado una viveza inaudita esta semana. Ni los mejores guionistas hubieran podido planificar una semana como esta.
¿Y el partido? Pues escenario de lujo para unos y puzle obligado para otros. Los locales llegaban con el once de gala (salvo por la lesión de Bravo). Los blanquiazules, con un rompecabezas por las bajas por sanción de Álvaro y Óscar Duarte, lo que obligó a Galca a recomponer también la defensa después de hacer lo mismo desde hace días en el centro del campo con la lesión de Abraham.
¿Y el partido? Pues de tarde de transistores, como se decía antes o de multifútbol televisivo como corresponde al siglo XXI. Todos a la vez y todos con sus cuentas particulares. Los de arriba y los de abajo y todos pendientes de lo que pasaba en otros campos.
¿Y el partido? Pues comenzó como mejor quería el Barcelona: con gol de Messi en una falta en la frontal del área en el primer chut a puerta de los locales. El segundo fue un gol anulado a Rakitic por fuera de juego y el tercero, otra falta que lanzó Messi fuera. El Espanyol no conseguía zafarse de la presión local y apenas mantenía la posesión de la pelota. La primera oportunidad con un poco de sentido fue un balón largo hacia Caicedo que no pudo controlar ante la salida de Ter Stegen. Piqué sacó cerca de la línea gol un chut de Víctor Álvarez después de un mal despeje del meta alemán.
Tras el descanso, Galca sacó a Gerard en lugar de Caicedo y cuando parecía que el Espanyol comenzaba a carburar y a tener más posesión, Luis Suárez aprovechó un hueco en la defensa para poner el segundo en el marcador. Y poco después el tercero, al cabecear un córner y empujar clarísimamente a Javi López para rematar a placer.
Galca siguió moviendo el banquillo y el Barcelona hizo lo propio. El cuarto lo hizo Rafinha después de un mal control de Pau, cuando el azulgrana no había cumplido su primer minuto en el campo. Neymar hizo el quinto, a placer, en pleno desconcierto blanquiazul.