2-1: Golpe inesperado
La temprana expulsión de David López condicionó un partido que se puso muy cuesta arriba conforme pasaban los minutos
Llevaba el Valladolid toda la semana, después de su derrota en Granada, concienciándose de que éste era el partido, su partido. Su ser o no ser particular para alejar los fantasmas que se le han acercado por sus últimos resultados. Con todo a favor: en casa, ambiente de gala, ante un rival que llegaba tocado por la acumulación de esfuerzos que lleva esta temporada. Sergio había insinuado en la víspera que una victoria tranquilizaría un tanto los ánimos y el equipo pareció que respondió a ese estímulo desde el principio. Cuanta menos angustia, mejor. Pero el Espanyol salió respondón. Bien posicionado, no sufría con las aproximaciones locales. Al contrario, Embarba puso un centro para Wu Lei y sólo en el último instante, Kiko Olivas desbarató el intento de remate del delantero.
El partido discurría tan templado y con un guión tan claro que el colegiado decidió modificarlo un poco. Un forcejeo anodino de David López para llevarse la pelota acabó con Óscar Plano en el suelo. Prieto Iglesias interpretó que hubo voluntad de zafarse de manera peligrosa y le enseño una amarilla en el minuto 16. Nadie lo vio así. Y las protestas tampoco sirvieron de nada. Nadie entendió la amarilla, pero el público aplaudió la decisión del colegiado, tan exigente con la primera acción confusa del partido Y lo agradeció enormemente ocho minutos más tarde cuando David y Óscar Plano volvieron a encontrarse y el pucelano acabó en el suelo por una zancadilla. Segunda amarilla para el catalán. Y una eternidad por jugar aún.
Sin pasar excesivo peligro, parecía claro que el partido se decantaría del lado de quien estuviera más acertado. Calleri tuvo un cabezazo magnífico que detuvo Masip poco antes del descanso, en la mejor ocasión visitante hasta ese momento. Fue un susto de órdago para los locales y un punto de esperanza para los de Abelardo que seguían mostrándose peligrosos en ataque.
Tras el descanso, al Espanyol le tocaba apretar los dientes y esforzarse aún más porque Sergio González iba a poner toda la artillería, como así fue. Pero los blanquiazules, multiplicándose, fueron encontrando espacios para intimidar a la defensa local que no se atrevía a abandonar su zona.
Con el equipo bien asentado llegó el mazazo. A un chut lejano de Carnero respondió Diego López con una buen despeje, pero la pelota quedó muerta a pies de Sandro que no tuvo más que empujarla por encima del cuerpo del meta gallego para lograr el primer gol. Apenas unos minutos más tarde, Sergi Guardiola logró el segundo después de una acción muy protestada por los blanquiazules porque entendieron que hubo falta en el inicio de la jugada y luego pareció, incluso, que Unal arrancó en fuera de juego. El gol fue válido y parecía que cerraba definitivamente el partido. Sin embargo, aún quedaba por ver una mano dentro del área local y (por si acaso), la pertinente consulta al VAR. El penalti existió y Embarba recortó un marcador al que le faltaron minutos para intentar una última reacción final.