2-1: Derrota en San Mamés
El Athletic se repuso al madrugador gol blanquiazul en un partido marcado por dos acciones polémicas
El Espanyol se marchó de vacío de San Mamés en un partido que comenzó dominando, aunque la ventaja le duró muy poco, y en el que el VAR fue determinante en una jugada en el área blanquiazul pero ni se consultó en una clara mano de Balenziaga en la segunda mitad.
El partido comenzó frenético. Posiblemente como querían los dos equipos. El Athletic por mandar desde el inicio y demostrar que está en racha y el Espanyol por dejar claras su búsqueda de los tres puntos. La primera incursión blanquiazul acabó en gol. Puado centró desde la derecha y Vilhena, llegando desde atrás, sorprendió a Unai Simón con un remate que rozó la escuadra. Dos minutos de juego. Sancet empató tres minutos después con un gol inicialmente anulado por una jugada que parecía claramente fuera de juego. El VAR lo revisó y validó por centímetros, una de esas líneas tan difusas que sólo se ven en televisión. Vuelta a empezar, pero el partido seguía acelerado. Iñigo Martínez puso en ventaja a los locales en una pelota que, después de pegar en la barrera, le habilitó un compañero. Tres goles en 15 minutos y la sensación de que quien tuviera más precisión de cara a puerta seguiría subiendo goles al marcador.
El Espanyol empezó a mover la pelota a una y otra banda, pero le costaba superar las compactas líneas defensivas del Athletic. Líneas muy juntas, muy compactas, con continuas ayudas, reduciendo espacios con una única obsesión: dejar metros libres por delante para la velocidad de Sancet y Nico Serrano. Aún así, el Espanyol dispuso de una nueva oportunidad antes del descanso, pero el cabezazo de Dimata se escapó rozando el poste derecho de Unai Simón.
El ritmo siguió intenso durante toda la segunda mitad. Los dos técnicos fueron introduciendo cambios para mantener el vértigo de juego de camino a las dos áreas. En los mejores momentos blanquiazules, los de Vicente Moreno reclamaron una mano clarísima de Balenziaga dentro del área. El colegiado se esforzó en escenificar, en medio de las protestas blanquiazules, que no hubo intención. Ni consultó al VAR. Por mucho menos que eso, se señaló mano hace unos días a Aleix Vidal. El árbitro también dijo que no, pero el VAR le quitó la razón. Lo que siguió después fue más vértigo y una carrera contrarreloj, hasta el último instante, por enjugar la exigua desventaja.