2-1: Decide la estrategia
El Espanyol se adelantó en el marcador pero dos acciones a pelota parada le sentenciaron
Se presumía un partido de mucha tensión, de muchos nervios en el campo y en la grada. Partido a cara o cruz para el Levante. Y de la casi tranquilidad absoluta para el Espanyol. Así lo habían dicho todos. El partido de la reacción o el de la rendición para los locales. Claro que, a estas alturas todavía quedan tantas batallas en la Liga, por arriba, por abajo, por el centro, por los que aspiran a un poco más, por los que quieren consolidar su posición… Queda tanto y, a la vez, tan poco, que quien más o quien menos ya ha empezado con la calculadora. Y los números. Y las cuentas.
El Espanyol sabía que le tocaba frenar el acelerón inicial de los locales, pero también se propuso aprovechar la mínima oportunidad que tuviera. Y por ahí entró Hernán Pérez, por un pasillo entre los centrales, tras una asistencia milimétrica de Víctor Sánchez. El paraguayo, en el mano a mano contra Mariño, no tuvo más que engañarle con el cuerpo para adelantar a los blanquiazules, cuando sólo se llevaban seis minutos de juego. Quedaba una eternidad y el Levante no se iba a rendir de antemano.
Los locales, sin inquietar a Pau, sí que buscaban la velocidad de Deyverson y el talento de Rosi para acercarse a la portería blanquiazul. Pau no tenía trabajo, todo moría entre las piernas de sus defensas. Sin embargo, en una falta lateral, Rosi lanzó al bulto en el área pequeña y la pelota se coló ante la salida de Pau. El italiano sumaba de esta manera su quinto gol desde que llegó en enero.
El gol local animó a la grada y tranquilizó a los jugadores del Levante que comenzaron a mover la pelota con más serenidad y mirando de reojo al reloj. El Espanyol, por el contrario, seguía buscando a Caicedo como referencia en ataque y el ecuatoriano remató alto un buen centro de Asensio. El partido seguía abierto y sólo era cuestión de ver quien mantenía la cabeza más fría y la sangre más caliente.
Víctor Sánchez y Hernán repitieron la misma jugada de la primera mitad, pero esta vez Mariño despejó con las piernas el remate del paraguayo. Rubi entendió que no podía esperar más y sacó más pólvora para el ataque: Cuero por Pedro López. Quedaba media hora y seguía la tensión, los nervios y la incertidumbre. Precisamente Cuero aceleró el partido con cada acción y en una de esas, en una falta más que discutible, le sirvió a Medjani para, casi de carambola, batir a Pau. El 2-1 estaba servido. Quedaba mucho y comenzaba, a priori, otro partido. Un partido que se llenó de interrupciones, faltas continuadas y de tarjetas (con el beneplácito arbitral) y que sólo benefició, como era de esperar, al que mandaba en el marcador.