1-2: Orgullo y sudor
El Espanyol rompe el gafe en Riazor y se impone al Depor en un partido intenso
El Espanyol acabó esta tarde con el gafe que le perseguía en Riazor desde hace ocho temporadas gracias a los goles de Baptistao y Gerard Moreno. Desde la temporada 2009-2010, los blanquiazules no sumaban una victoria en un campo que, históricamente, se le ha atragantado al Espanyol. La concentración y el acierto blanquiazul, sobre todo en la primera mitad, bastaron para sumar un triunfo que consolida la posición 'perica' en la clasificación.
El Espanyol se había conjurado para ofrecer una imagen competitiva en este tramo final de la Liga. No quería frenar en sus aspiraciones de seguir instalado entre la primera mitad de la clasificación. Durante semanas peleó por alcanzar la séptima plaza pero las matemáticas le dejaron fuera la pasada semana. Ahora, en los partidos que quedan, le tocaba tirar de profesionalidad, orgullo y compromiso para seguir sumando puntos. No regalar nada. No ceder. No dejarse llevar. Esa era la consigna y con esa intención salió el equipo en Riazor.
Enfrente, un Deportivo que tira de calculadora y mira de reojo a los rivales que le persiguen por abajo para sentenciar su permanencia, algo que persigue desde hace varias jornadas. Una victoria necesitaba. Y los gallegos se aplicaron en cerrar los espacios y tratar de frenar la creación catalana en un partido que se jugó a velocidad de vértigo pese a la caloraza veraniega de La Coruña. Si se armaban atrás, Andone y O. John tenían que poner la intensidad delante. El rumano avisó con un chut desviado logrado en su velocidad. Fue un aviso de lo que esperaba. Pero Arribas, con un resbalón, dejó la pelota en bandeja para Baptistao que tuvo una eternidad para estudiar por dónde batiría a Lux en su salida. El gol blanquiazul serenó a los de Quique y cercenó, de raíz, los ánimos locales. Eso sí que no lo esperaban. Poco después Gerard lo intentó desde fuera del área y un poco más tarde, Diego López sacó la mano para detener un chut de Çolak.
El partido se había instalado en el vértigo, en el correcalles que nadie quería. El Espanyol encontraba espacios y el Depor se atropellaba buscando cómo llegar cuanto antes a la meta catalana. En una contra, Piatti sacó el manual y dibujó un regate académico y una cesión perfecta para que Gerard pusiera el segundo antes de la media hora de juego.
Un chut de Borges al poste fue el mejor bagaje local en los minutos del entusiasmo por reducir la ventaja antes del descanso. No lo consiguió, pero sí al poco de iniciarse la segunda mitad. John se fabricó un pase entre una nube de defensas y Andone remató desde cerca al fondo de la red. Los locales empezaron a pensar que era posible la remontada. Y más cuando Arribas remató de cabeza al larguero cuando aún no se había llegado al minuto 50.
El Espanyol se fue sacudiendo la presión local y comenzó a lanzar contras con evidente peligro, pero sin profundidad suficiente. Quedaba una eternidad para gestionar un partido que sería intenso y acelerado hasta el final. El partido estaba roto, descosido. Se jugaba a impulsos y se sucedían los ataques a fuerza de corazón y pulmones. Sufrimiento sin fin en la grada y en el campo.