1-1: Dominio y empate
El Espanyol no perdió la fe ante un Granada que se adelantó y defendió su renta
El último partido de la jornada 29 tuvo los ingredientes que apuntan a que este final de Liga estará plagado de nervios. Los dos equipos tenían mucho en juego. El Granada, fiel a los años que lleva en Primera, se aferra a ese sprint final para recuperar el terreno que ha perdido en la primera vuelta. Así ha sucedido hasta ahora y así se presume que seguirá siendo. El mercado de invierno le ha permitido variar sustancialmente el once titular que tenía. Y si encima se ve apurado, el empuje de la grada también ayuda lo suyo. Lo cierto es que durante muchos minutos, el partido resultó anodino. El Espanyol no pasaba apuros más allá de la furia de los locales que sabían que su intento de salir de la zona baja pasaba, ineludiblemente, por una victoria. Sin embargo, su juego no fluía y encima, Barral dejó en inferioridad a su equipo a la media hora de juego, lo que supuso una espoleta más para los que se quedaron en el campo, especialmente para Rochina que se encaró un par de veces con el colegiado.
El Espanyol consumía los minutos con cero agobios atrás y con ocasiones en el área local que se diluían entre la poblada defensa del Granada que trató de cerrar todos los huecos posibles. Gerard, en un par de ocasiones, y otra de Asensio, parecían presagiar que los blanquiazules encontrarían el premio.
El colegiado, muy discutido desde el pitido inicial, pasó por alto lo que parecía una clara agresión de Andrés Fernández a Hernán, al usar la pierna para golpear al delantero del Espanyol en una pelota que ya tenía controlada. Una acción muy complicada para el colegiado que cinco minutos antes ya había expulsado a Barral. Poco después llegó el segundo error que condicionó la primera mitad: en una pugna entre Success y Javi López, el lateral blanquiazul se va al suelo y pierde la bota en lo que parece una clara falta. El árbitro deja seguir y el pase final para Rochina sirve para que el delantero bata a Pau en el único chut entre los tres palos en toda la primera mitad.
El guión de la segunda parte ya parecía claro desde antes de comenzar. El Granada se iba a vaciar físicamente cerrando huecos, pero sin renunciar al contragolpe. Con Rochina, El Arabi y Success se bastaban para montar un contragolpe a la mínima y a eso se iban a aplicar.
Burgui lo intentó al cuarto de hora, en una pelota que se marchó fuera por poco. Y unos segundos más tarde, Álvaro, en un córner, la cabeceó desviada.
Los locales se dedicaron a contemporizar el juego todo lo que pudieron, a alargar los segundos y a torpedear todas las jugadas a base de trompicones y trabas. El Espanyol cayó en esa especie de tela de araña durante muchos minutos y no consiguió zafarse con la velocidad de otras veces. Sus intentos se morían ante una cada vez más poblada defensa local, como un remate de Mamadou, entre los centrales, que Andrés envió a corner o uno más de Óscar Duarte que se escapó por poco.
La pelota seguía rondando la portería local y Hernán Pérez armó un centro buscando a Gerard y se encontró con el remate de Beraghi que introdujo la pelota en su propia portería.
Este gol hacía justicia al dominio blanquiazul y premiaba, al menos, el esfuerzo de un equipo que repuso a las contrariedades y que le permitió llevarse un valioso punto de Granada.