0-1: Contentos. Y ya.
San Mamés es un escenario donde uno sabe qué va a encontrarse. Un equipo local intenso, aguerrido y que siempre intenta someter a sus rivales con sus frenéticos arranques impulsado por una grada prácticamente llena. Antes este contexto sólo queda sufrir, trabajar y conseguir que el Athñetic baje sus revoluciones. Fácil de decir desde la butaca sin sentir el aliento en el cogote de los jugadores locales. El Espanyol aguantó a base de esfuerzo y de convencimiento en el plan de partido. Cierto que al equipo le faltó tener algo más de pelota en ciertos momentos, pero el equipo de Ernesto Valverde jugó con mucha intensidad. Sin embargo, la primera oportunidad clara del partido fue un pase de Darder para Joselu, que el delantero remató fuera.
El Athletic merodeaba la portería defendida por el debutante Álvaro Fernández aunque sin generar excesivo peligro. El guardameta riojano estuvo atento cuando se le requirió y también contó con la ayuda del larguero en el último minuto de la primera parte tras un chut de falta de Berenguer.
Diego Martínez dio entrada a Keidi Bare tras el descanso en lugar de Edu Expósito aunque el centrocampista albanés tuvo que ser sustituido poco después por Simo, quien debutó en Primera División. El Espanyol tuvo más presencia ofensiva y comenzó a generar más peligro, especialmente, por banda derecha y gracias a la continua pelea de Joselu, que se peleó con los centrales durante todo el partido. Los contratiempos siguieron para Diego Martínez que tuvo que cambiar a Calero -espectacular partido del central- por Omar, otro debutante en la máxima categoría.
La locura se desató en el minuto 83, cuando el nuevo fichaje del RCD Espanyol, Martin Braithwaite, aprovechó el pase filtrado de Sergi Darder para zafarse de dos defensas y transformar el que sería el único gol de partido. Clave para llevarse el encuentro.