Records des del cor (II)
El día después
Llegué de Glasgow de madrugada al aeropuerto de El Prat con mi camiseta Massana –la primera que me regaló mi padre-, mi bufanda de la suerte, mi bandera y con el móvil lleno de SMS de ánimo. Intenté dormir, pero no pude. Deseé tener la capacidad de cerrar los ojos y soñar que aquello había sido un mal sueño. Pero no; habíamos perdido. El Espanyol había hecho el torneo perfecto, pero los penaltis nos impidieron ganar aquella UEFA. ¿Por qué? Buscar explicaciones a algo inexplicable es frustrante.
Tocaba pasar la resaca de la mejor manera. Fui a comer fuera con un amigo perico. Apenas hablamos. Me encontré con uno de mis mejores amigos: Marc (del Barça). Me dio la mano: “Lo siento. Merecíais ganar”. Le agradecí y agradezco que no hurgara en la herida. El día avanzó y tocaba ir a Montjuïc para explicar la llegada del equipo. No sé muy bien a qué fui, pero tenía que estar cerca de la noticia por lo que podía pasar. Sin duda, no esperaba vivir aquello.
Poco a poco aficionados pericos se fueron reuniendo en el acceso al Estadio Olímpico. Buscaban consuelo, un abrazo reconfortante, sentirse arropado por sus semejantes, cariño. En esa época aún no trabajaba en el RCD Espanyol. En un acto de dudosa profesionalidad crucé la valla y me puse al lado de los míos. Grité, animé y aplaudí con todas mis fuerzas a esos jugadores que la noche anterior me hicieron vibrar. No olvido la cara desencajada de Luis García. Una vez me desahogué, volví a la zona que ocupaban los periodistas. Apenas hablábamos. Recuerdo perfectamente esos silencios. Los jugadores se fueron marchando y apareció el sempiterno Jefe de Prensa del club, Rafa Ramos –hoy compañero, amigo y referente-. Se me acercó y me abrazó como un padre abraza a un hijo. “Rubio, tranquilo, lo superaremos”, parecía decirme. No lo pudo reprimir. Casi 24 horas después resbalaron algunas lágrimas por mi mejilla de forma tímida, como soy yo. Ese momento forma parte de mi vida y lo revivo bastante a menudo. Me recompuse. “Tengo que escribir”, recordé. Encendí el portátil y traté de convertir una de las jornadas más tristes de nuestra historia en un día de orgullo. Aquel día hice una de las crónicas de ambiente más emotiva y sentida en mi carrera profesional. Fue mi particular homenaje a esa plantilla, pero también a esa afición que, una vez más, demostró su grandeza.
Andrés Merello
Departament de Comunicació
Un día la ganaremos
Cuando estás trabajando en el Espanyol nunca crees que vas a vivir una noche como la que vivimos en Glasgow. Trabajábamos en el Departamento de Comunicación y el partido se debía retransmitir vía web minuto a minuto y la crónica tenía que estar colgada justo al acabar el partido. Avión, hotel, taberna escocesa (eso no lo perdonamos), y hacia el campo con el pesado ordenador todo el día colgando.
Nuestra mezcla de ilusión, nervios, expectación, nos hacía estar en una nube, y cómo no, pensábamos que íbamos a ganar. Una cosa que tiene el periodismo es que cubrir un evento a veces te quita la emotividad. Teníamos una gran responsabilidad, y queríamos que todo saliera perfecto. Trabajar en el departamento de Comunicación hizo que no pudiéramos vivir el partido con el resto de nuestros compañeros en las gradas y lo viviéramos desde la tribuna de prensa. Queríamos estar con nuestros compañeros y amigos, pero también creíamos que vivirlo desde ahí sería diferente. Rafa Ramos, nuestro jefe de prensa, siempre tranquilo, nos intentaba calmar (demasiados años lleva en el negocio), e intentaba explicarnos que nada estaba hecho, que todo podía pasar, y nos instaba a que, por favor, dejásemos de hacer las hooligans en los pupitres de prensa en un evento de tal calibre.
Porque con el gol de Jonatas enloquecimos… lloramos, reímos… y creímos que sí, que esta vez sí, que íbamos a ser testigos de un momento decisivo para nuestro club y que se lo íbamos a contar a nuestros aficionados.
Y llegaron los penaltis. Pensamos “perfecto, ganaremos épicamente, vamos a ganar, vamos a estallar de alegría… ¿lo ves, Rafa? ¡Se puede! Lo celebraremos en el hotel, con todos los chicos del primer equipo y los compañeros que no fallaron a la cita, dejaremos el pesado ordenador y cantaremos todo lo posible, nos dejaremos la voz, no dormiremos, volveremos con la afición y llegaremos a casa exhaustas, pero felices y empezaremos a preparar el dispositivo del pasacalles por Barcelona… ay madre, ¡la que nos espera!”.
El pitido del árbitro. Décimas de segundo y aguantamos el aliento. Chut y… Palop. Nos derrumbamos, lloramos como nunca, ni fiesta, ni cánticos… ni Rafa llevándonos la contraria… eso sí, seguíamos cargando el ordenador y parecía que pesaba dos quilos más.
Volvimos al hotel de los jugadores. Colgamos desde allí, entre lágrimas, la crónica del partido en la web. Estuvimos en una sala jugadores, familiares y empleados del RCD Espanyol. Orgullosos de la trayectoria de nuestro equipo en UEFA. Animamos a los chicos y a los compañeros, intentamos reponernos en las horas posteriores, volvimos con la afición y llegamos a casa exhaustas, pero felices de haber formado parte de un momento tan intenso e histórico para nuestro club.
Profesionalmente no salió nada mal. Aún hacemos el minuto a minuto de los partidos y con un ordenador más ligero. Seguimos pensando que, un día, ganaremos la UEFA. Y que podamos contarlo.
Patricia Coma y Mireia Flores
Àrea Social i Departament de Comunicació
“La Força d’un sentiment”
Esa final nos dejó tocados a todos y, sin embargo, alzó el sentimiento de orgullo. En ningún momento tuvimos la sensación de derrota y así lo estábamos viendo en los aficionados.
Llegó el primer partido en nuestro estadio después de la final y sentí que debía hacer algo para reflejar ese sentimiento de orgullo en los videomarcadores del estadio.
Teníamos multitud de imágenes y vídeos que habían aparecido en los medios de comunicación y blogs, pero intuí que el mejor homenaje a esa afición seria reflejar de una manera simple lo que habían expresado. Así que, simplemente, recopilé mensajes que los aficionados habían esparcido por las redes, por los blogs… y, a modo de post-it, irían apareciendo sobre imágenes de la final de fondo, consensuado con Rafa Ramos, una música increíble (“Flowers of Scotland”) y preparé un vídeo con ello.
No se lo enseñé a nadie. Simplemente dos horas antes de empezar el partido y antes de subir a la cabina de megafonía y audiovisuales, se lo enseñé a Xavi Andreu, Director de Comunicación entonces, le puse el ordenador delante y unos auriculares y cuando vi su rostro de emoción, no tuve duda en que debía ponerlo.
Cuando los jugadores estaban sobre el césped en el calentamiento previo al partido, lo lancé, y en el estadio se hizo casi un silencio y los jugadores dejaron de calentar y miraban hacia el videomarcador. En ese momento todos estaban unidos por un sentimiento, eso que no sabemos muchas veces que es y denominamos “la Força d’un Sentiment” o “Maravellosa Minoria”. Eso que no sabemos que es, pero que nos une.
Ángel Rojas
Director de Telecomunicacions i TI
Un día inolvidable
Todos teníamos el mal sabor de boca de Leverkusen. Yo no lo viví, pero Pepito, José María, María, Teo, Juanito y otros muchos que lo vivieron me lo contaron con mucha tristeza, y después de haber vivido cómo conseguíamos las copas del Rey de 2000 y 2006, tenía la esperanza q esta final de UEFA sería diferente.
De los días previos me acuerdo de cuando llegaron las entradas y de la expectación que causan siempre en las finales. En cualquier otro encuentro, las entradas no tienen el valor que adquieren en una gran final. Empezaba a sentirme muy emocionada por lo que estaba a punto de vivir.
El momento de la salida hacia el aeropuerto desde el Estadio no dejó indiferente a nadie, la noticia de que muchos pericos estaban en el aeropuerto sin poder salir hacia Escocia nos dejó tocados.
Una vez en Glasgow empezaron los nervios, la ilusión y aquel sueño hecho realidad, vivirlo como una aficionada más me parecía muy extraño. Trabajando en taquillas vivimos todos los partidos a partir de la segunda parte, y, en esta ocasión, iba a vivir la experiencia de la que todos me habían hablado y con la que tanta ilusión habíamos trabajado. Habíamos llegado a la final y, quizás esta vez, podía convertirse en una realidad.
La emoción de poder compartir este momento glorioso con tus familiares y amigos/compañeros, después de haber pasado tantas cosas y tantos años juntos me llenaba de ilusión. Tener el privilegio de disfrutarlo desde el minuto uno y vivirlo in situ fue de las experiencias más bonitas que he vivido. Así que eso es lo que me llevé yo personalmente: poder disfrutar de una final de UEFA con mi familia perica. No pudo ser, pero un día será. En breve podremos volver a jugarla y volveremos a la final y, quién sabe, siendo nuestro día ¡seguro que la ganamos! Visca l'Espanyol!
Maria de Sardi
Responsable Ticketing